Mi primera crisis de los 30, les seré sincera, la tuve a los 25 años porque me aterraba estar cada vez más cerca del tercer piso (#FrasesAEvitar).
Cuando llegó el día de mi cumpleaños #30 tenía la idea de que algo iba a cambiar, pero no pasó nada. La vida siguió igual: las mismas canas, la misma piel, los mismos sueños rotos. Digo… ¿qué?
Mi crisis de los 30 realmente es un álbum de sueños rotos. Me equivoqué de carrera. Me equivoqué de profesión. No sabía muy bien qué quería o hacia dónde iba. Pero también por eso seguía en terapia… al menos para descubrir que no estaba tan mal por sentirme así.
Y me tuve que repetir muchísimo que no está mal sentirse medio perdida. Supongo que esa es la finalidad de tener un momento de ese estilo, justamente encontrarse y escucharnos un poco, hacerle caso a esa vocecita que nos dice «oye, por aquí no es». Aunque seamos aferrados.
Pero como todo en la vida: mi crisis de los 30 acabó. ¿Cómo?
En febrero me hice unos estudios donde prácticamente me dijeron «oye, chica tienes que cuidarte» (sí, como la canción de Hombres G) porque estaba presentando síntomas de un síndrome metabólico que estaba impactando mi hígado.
Eso fue lo que me hizo darme cuenta de algo. Estoy aquí para estar bien, ser feliz, sentirme plena conmigo y en paz con el resto. Suena a cliché, lo sé pero es totalmente cierto.
Me puse manos a la obra. Fui con una nutrióloga. Cambié mi alimentación. Empecé a ejercitarme y, por increíble que parezca, las cosas se empezaron a acomodar.
¿Hacia dónde vamos?, me preguntaba mi cabeza. Ya le respondía bien segura.
Parece broma cuando te dicen «una vez acomodas lo de adentro, lo de fuera también se acomoda» y es total y absolutamente cierto.
Mi crisis de los 30 duró muy poquito, pero me hizo descubrirme más, ¡mucho más! Ahorita aún con todo este rollo del encierro me siento a gusto con lo que estoy logrando. Poquito a poco, me digo, poquito a poco.
¿Tú has tenido una crisis de la edad? Cuéntame.
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Bueno, pues mi triste historia comienza así… A mi tampoco me dio la crisis de los 30’s; sino la de los 20’s, porque fue cuando me di cuenta que la carrera que «había elegido con tal de quedarme en CU», no era lo que yo esperaba y sinceramente lo vi como una pérdida de tiempo. Sentí que estaba ocupando un lugar que no me pertenecía, a parte iba muy mal en la mayoría de las materias, así que sin más decidí dejarla… Conforme pasó el tiempo, decidí que quería estudiar Optometría y aplique para el examen de admisión; tristemente me quedé y digo tristemente porque como no hice mi proceso de baja académica de la manera correcta, no me pude inscribir, sentí tanto coraje y decepción a la vez. Después llegaron los 25 y es cuando comencé a darme cuenta que aún no había hecho nada con mi vida. Cuando conseguí un trabajo estable, era realizando actividades administrativas y pues me llamó la atención; así que decidí que eso era lo que realmente quería estudiar y además me gusta todo lo relacionado a esa área. Y cuando llegaron los 26, 27,etc… Es cuando venía a mi mente la parte de: «aún no me he casado», «ya casi llego a los 30 y todavía no tengo hijos», «será que ya se me pasó el tren» 🤷🏻♀️…
Pero conforme pasan los años, aprendes cosas nuevas que hacen que vayas cambiando o reafirmando tu manera de pensar y eso fue lo que me sucedió. Me casé a los 30, retomé mis estudios que tuve que dejar en pausa por ciertas circunstancias y todavía no tengo hijos, lo cual ya no me preocupa como antes 😉. Acabo de cumplir 31 y ahora sé que todo es a «nuestro debido tiempo», no importa que los demás ya tengan una vida plena o realizada.
Una aprende, bien o mal, que las cosas llevan su tiempo y el tiempo de otros no es igual para ti.
Cada quien construye su camino. Abrazo.
A veces necesitamos que nos echen una cubeta de agua fría para agarrar la onda, ¿no? Es bueno saber que las crisis terminan y se pueden superar.
Y yo, pues tengo crisis de edad cada vez que se acerca mi cumpleaños, independientemente del número que sea. Estos días ando en eso.