Hace una semana, el pasado viernes 13, cumplí 31 años. (Wow… ¡ya cumplí 31!) y como cada año me llega esa emoción de que es mi día especial y siento que hay algo místico en los cumpleaños.
De niña no tuve grandes fiestones, salvo por mis 3 y 15 años, pero siempre me gustaba que todos me cantaran «Las mañanitas» y comer pastel por y para mí.
Si hago un balance, muy honesto, me encuentro bastante agradecida por estar sana y saludable. Este año me diagnosticaron un síndrome metabólico con el que estoy luchando para tener una mejor calidad de vida.
También, en este año pandémico, tener salud es algo invaluable. Tengo trabajo y me siento mejor conmigo misma.
Cumplir años me pone un poco nostálgica, pero qué le voy a hacer… me gusta hacer balance, reflexionar y sentir nervios de ser un año más canosa y sabia.
El próximo año espero pueda celebrar con todos mis amigos porque mi mejor regalo es poder abrazarlos, bailar y cantar con ellos. Este año a la distancia se pudo sentir la buena vibra, pero eso no quita que los haya extrañado mucho.
Los 31 los inicio con mucho cansancio del trabajo y con harto proyecto personal (luego les cuento).
Gracias por estar leyendo y ser parte de este blog.