Como escribí hace unos meses, después de que me diagnosticaron distimia he estado tomando medicamento para estabilizar mi química cerebral y eso me ha llevado a tener un gran proceso de autoconocimiento.
Estos seis meses han sido pesados. Al inicio fue un alivio volver a dormir bien, sin mis pensamientos a mil por hora, poco a poco fue disminuyendo la frecuencia de pensamientos e ideas pantanosas y obsesivas que me invadían en mi día a día.
No les voy a mentir, en este proceso me ha pasado la idea de que nunca podré estar bien y de quién soy realmente. O sea si soy la Yoko con medicamento o la Yoko sin medicamento, pero voy entendiendo que soy ambas y me estoy rearmando como un cubo Rubik.
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Autoconocimiento: las claves
También me estoy dando la oportunidad, por primera vez en mi vida, de no ser perfecta, de no estar al 100% siempre, de escuchar a mi cuerpo y a mi mente sobre lo que quiero y lo que no quiero en mi vida.
A veces no me da el cuerpo para hacer ejercicio: está bien. A veces tengo antojo de una dona: me la como. Si quiero dormir: duermo. Si no quiero hacer nada: no hago nada y no me siento culpable. ¡Adiós culpas!
Durante años he comido con culpa, he descansado con culpa, he vivido con culpa. ¿Culpa de qué? Quién sabe, pero culpa. Tenía un estándar hiper idealista en mi cabecita (imposible de alcanzar, por cierto) que aunque corría y me desgarraba por alcanzar no podía lograrlo ni tocarlo tantito.
O tal vez sí, nomás que no me di cuenta. *guiño, guiño*
Cada día me siento más libre en mi cuerpo. Cada vez estoy más feliz con quien soy. Cada día elijo lo que quiero ser y hacer. Por primera vez, siento y creo que quiero ser la mejor versión de mí misma única y sencillamente para mí. Me siento a gusto en mi piel y ¡eso me encanta!
Aún no me dan de alta, pero confío en que estaré bien, que tal vez sí estoy rota, pero de los pedazos siempre-siempre se puede crear algo nuevo y a mí me gusta el arte, así que yo soy mi propio arte. Ésa es LA clave de mi autoconocimiento.