Ya he escrito aquí que estos meses he estado re-descubriéndome, lo que me ha llevado a conocer algunas características en mi persona como la constancia, la disciplina y, por supuesto, el equilibrio.
No es como que una mañana me desperté y ¡pum, tenía todas las respuestas! Ojalá fuera tan fácil. Aunque no es fácil sí es muy enriquecedor trabajar por y para mí.
Les voy a contar un poquito de mi proceso para ver si a ti que me lees te puede servir de algo para inspirarte o darte el pequeño empujoncito que necesitabas.
Luego de que mi cabeza dejará de estar 150% ocupada por pensamientos rumiantes, obsesivos y caóticos, empecé a tener espacio para pensar en otras cosas: planes, proyectos, leer más y tener claridad sobre lo que quería hacer conmigo y el rumbo que quiero tomar cada día.
Hábitos atómicos cambió el rumbo
Así que llegué al libro de Hábitos atómicos de James Clear y tomé nota de todo aquello que me pudiera ayudar a crearme una mejor versión de mí misma.
Lo primero que me respondí fue: ¿qué quiero? ¿A dónde deseo llegar? Son preguntas que no voy a responder aquí porque es muy extenso y… personal.
Después, ahí es donde entra el libro, me pregunté ¿cómo quiero lograrlo? Algo complicado para mí.
Dar primeros pasos siempre me ha costado mucho y pensé «mi cabeza me va a jugar una mala pasada». No fue así, mi cabeza -esa vocecita burlona- ya no dominaba mis pensamientos.
La forma más… prudente. Fue comprometerme con cosas pequeñas: «retomaré el ejercicio 5 minutos al día» y, sin darme cuenta, ya estaba haciendo ejercicio 5 veces por semana.
Encontrando el equilibrio…
Así como entendí la fórmula para crearme hábitos y compromisos también «descubrí» que todo en exceso es malo. El 80% del tiempo trato de comer sano y apegarme lo más posible a mi plan nutricional, así cuando se me antoja un pan me lo como y sin culpas.
Si hay días que no puedo hacer ejercicio por el trabajo, por cansancio o por dolor trato de caminar un poco más en las tardes. Los fines de semana sí me paso un día mimetizada con el sillón y los gatos.
El cuerpo es sabio y hay que saberlo escuchar. Tampoco pienso torturarme por no haber hecho ejercicio uno o dos días y sentir que todo ya se fue a la mierda y que soy inconstante.
Lo dije en Instagram y lo reafirmo ahora: pausar tus objetivos por salud mental no es abandonar, es cuidarte, es amor propio, es sanación pura. Si abandonas es porque no era el momento y cuando estés listo podrás retomar o reformular tus objetivos.
Todo eso ha sido clave para poder encontrar el equilibro en mi vida y en mi día a día. Lo mejor es que ha sido un método bastante efectivo para erradicar la culpa: culpa por comer, por beber, por vestir, por no hacer o por hacer.
¡Ya basta, adiós culpa, nos vemos nunca!
Sé que no he encontrado el hilo negro ni tampoco la solución a todos mis problemas, pero hallé algo que me da paz y me brinda equilibrio. Estoy bien con eso y mientras pueda trabajar en mí cada día logrando ser 1% mejor me funciona perfecto.
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